Ministerio Pastoral
Universidad Cristiana Logos
Blog de Estudios
Escrito por: Rubén Posligua Morales MSc.
Parte 2
La forma en la que la historia de la torre de Babel glorifica a Cristo es la siguiente. Suponga que alguien le pregunta:
“¿Pero acaso no va a existir en los últimos días un gran gobierno global y acaso no serán perseguidos los cristianos en todo lugar?”
La respuesta es sí. En los últimos días, Dios dejará libres los impedimentos que en este momento refrenan ese mal. El anticristo, “el hombre de pecado” como lo llama Pablo (2 Tesalonicenses 2:3), “la bestia” como lo llama Juan (Apocalipsis 13:3) se levantará con una gran señal global, y habrá una horrible persecución de los cristianos.
Pero ese es el vínculo con los rebeldes de Sinar. La torre que construyeron se llamaba la torre de Babel (Génesis 11:9). El término babel en hebreo aparece más de 200 veces en el Antiguo Testamento y es traducido como Babilonia en casi todos los casos, excepto unos pocos.
Cuando el autor dice en Génesis 11:9: “Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra”, está manifestando un desprecio por la gran ciudad de Babilonia.
Eso significa que Babilonia y sus elogiadas torres y murallas, jardines e idolatría es una obra detestable y patética comparada con la de Dios.
El nombre Babel o Babilonia es el nombre dado a la ciudad de la bestia en el libro de Apocalipsis (14:8–9); y en eso, la gloria de Cristo brilla porque, aunque por un breve periodo de tiempo Babilonia se emborracha con la sangre de los mártires cristianos (Apocalipsis 17:6), esa ciudad, al igual que la torre de Babel, será reducida a nada.
La siguiente descripción deja ver que esa ciudad es la “torre de Babel” de los últimos días: Porque sus pecados han llegado hasta el cielo… Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto dadle de tormento y llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto… ¡Ay, ay, de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora vino tu juicio! (Apocalipsis 18:5, 7, 10).
Entonces, en efecto es cierto que en los últimos días Dios liberará las restricciones que ha puesto a las naciones, las cuales se hincharán con el orgullo de Babilonia. Los cristianos sufrirán, y entonces, en un instante, Cristo descenderá de sus alturas infinitas y matará al hombre de pecado con el aliento de su boca (2 Tesalonicenses 2:8).
Y Babilonia no será más. El orgullo del hombre será eliminado de la tierra. La historia de Génesis 11:1–9 es una prefiguración de esta realidad. La victoria en ese momento y en los últimos días es la victoria de Cristo.
La autoridad y el poder de Jesús son exaltados porque Él reclama todo pueblo y todo grupo lingüístico. “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones”, (Mateo 28:18–19). En efecto, como respuesta al pecado, Dios ha dividido las lenguas y las naciones; pero al final, eso exalta la autoridad y el poder de Cristo para hacer discípulos en cada lengua. Su poder es mucho más glorioso porque se divide en muchas lenguas y pueblos y trae salvación.
Estimados hermanos espero que este tema sea para su edificación Bendiciones.