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Historia de un caso de sufrimiento bíblico: Jeremías
Escrito por: Rubén Posligua Morales MSc.
Parte 2
Al igual que el Señor Jesús a quien esperaba como mensajero del nuevo pacto, Jeremías tuvo que aprender que no hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa Mt. 13:57.
Verte profundamente malinterpretado cuando, de hecho, el único propósito que tienes es ayudar a aquellos que juzgan mal tus acciones, siempre aumenta el dolor.
Tampoco ellos se contentaban con las malas interpretaciones. A estas añadían la temible tergiversación.
Jeremías amaba su tierra y a su nación muy profundamente, y era este amor lo que le causaba tan hondo dolor.
Uno puede detectar la lucha interior del profeta en su mismo grito angustioso a Dios: ¡Oh, si mi cabeza se hiciese aguas, y mis ojos fuentes de lágrimas, para que llore día y noche los muertos de la hija de mi pueblo! Jer. 9:1.
Y a pesar de esto, ellos pervertían sus palabras de manera tan grotesca que lo desfiguraban presentándolo como un aborrecedor de su pueblo y como un traidor.
Inevitablemente, era una figura solitaria. Mientras que muchos predicadores han encontrado en sus esposas una fuente de fortaleza durante los días difíciles, a Jeremías se le negó ese consuelo.
Donde otros han podido descansar en el contexto de la vida familiar, él afrontó su sendero solo. Vino a mí palabra del Señor, diciendo: No tomarás para ti mujer, ni tendrás hijos ni hijas en este lugar Jer. 16:1–2.
Con ese llamamiento tan poco común, él tenía que señalar, mediante su misma privación, la trágica dislocación y destrucción de la vida familiar que llegaría con el juicio nacional. La advertencia se hizo con toda fidelidad; pero a un costo tremendo para el solitario profeta.
No sorprende que se le haya considerado como uno de los tipos más claros en todo el Antiguo Testamento del Salvador sufriente, solitario y rechazado.
Pero el conflicto no lo tuvo solo con la interminable oposición y con las terribles circunstancias en que vivía y ministraba.
La batalla también se libraba dentro de su propia alma. Tal vez más que en ningún otro libro de las Escrituras aparte de los Salmos, esta profecía deja al descubierto el alma de un hombre.
Se nos permite entrar en ese santuario que es el terreno inviolable del espíritu humano, y escuchar a un hombre, en la angustia más profunda, amonestando a Dios, suplicándole que lo alivie de su carga, llorando en la oscuridad hasta que el sollozo no encuentra eco y se hace el silencio.
Pero, mediante estas luchas interiores, Jeremías se convierte en un ministro eficaz para el corazón atribulado. No tenemos en él a un fácil proveedor de teorías religiosas; pero sí a uno de los grandes protagonistas del sufrimiento en las Escrituras, partícipe con nosotros de nuestras aflicciones y soledades.
Siempre habrá nuevas pruebas por delante, y algunas de ellas pueden ser de gran intensidad. Pero no tenemos que librar hoy la batalla del futuro.
Lo que Jeremías hubo de aprender fue que debía afrontar su situación del momento y saber cómo hacerlo. Fracasar ahora significaría un debilitamiento de su capacidad para hacer frente a problemas mayores en el futuro.
La victoria presente no solo lo alentaría, sino que también fortalecería su carácter espiritual para las pruebas que aún tenían que llegar. No hemos de intentar adelantarnos al futuro; sin embargo, ser conscientes de la realidad de la lucha continuada nos impulsará con tanta más urgencia a pelear ahora la buena batalla de la fe.
Puede que no le veamos en la oscuridad; pero, gracias a Dios, él sigue viéndonos a nosotros.
Nos es posible, en nuestra aflicción espiritual, olvidar las promesas que él nos ha hecho; pero, en su misericordia, él no las olvida. Podemos evocar al salmista, cuando adora al Señor y dice: Lo mismo te son las tinieblas que la luz Sal. 139:12. Con esta seguridad, aun en las más profundas tinieblas, podemos apoyarnos en nuestro Dios.
El presente, después de todo, es simplemente una fase de la batalla y, al aprender a probar a Dios ahora, estamos dotándonos, de la mejor manera posible, para las embestidas mayores que nos esperan, gracias por su dedicación y tiempo en leer es Blog, espero que sea de bendición para su vida, familia y ministerio.