Ministerio Pastoral
Universidad Cristiana Logos
Blog de Estudios
Escrito por: Rubén Posligua Morales MSc.
Parte 1
Hay básicamente dos posiciones, aparentemente contradictorias, en cuanto a la interpretación del don de profecía en nuestros días. Por un lado, están quienes identifican profecía con la predicación y enseñanza de la Biblia de manera exclusiva.
James D. Crane: “Concluimos que el don neotestamentario de la profecía es la capacidad inspirada por el Espíritu para percibir correctamente la voluntad divina, así como ésta es revelada en su Palabra, y para declarar el mensaje de Dios con claridad para que los salvos sean edificados en su fe y los perdidos sean traídos a la conversión.”
Quienes piensan así critican a los que sostienen que las profecías hoy incluyen mensajes especiales de Dios, que no necesariamente se encuentran en la Biblia de manera explícita, y que orientan sobre cuestiones actuales no abarcadas por ella.
Estos críticos señalan que hay peligros inherentes en este punto de vista, ya que pueden producirse predicciones o declaraciones irresponsables.
Estos críticos señalan que la revelación de Dios está completa en Cristo, y que la Biblia, como registro inspirado de esa revelación, es nuestra guía suficiente también para todas las cuestiones del presente.
Estos hermanos señalan que mientras el Nuevo Testamento no estaba completo, las revelaciones nuevas fueron necesarias. Pero una vez que la Biblia estuvo completa, el don de profecía se identifica con la inspiración basada en la Palabra de Dios.
Según este concepto, la obra del Espíritu Santo hoy se limita a la iluminación del texto bíblico y su asistencia en el proceso de interpretación de este.
Los estudiosos que sostienen esta comprensión de la profecía dicen que la inspiración respecto a la entrega de la Escritura infalible (algunos agregan, inerrante) también llegó a su fin al completarse el canon.
Cualquier profecía hoy debe ser necesariamente la revelación del significado del mensaje ya contenido en la Biblia. El don de profecía no incluye una nueva revelación, sino una comprensión clara o una amplificación de la verdad ya revelada.
Leslie B. Flynn: “Podemos definir el don de la profecía como la capacidad dada por el Espíritu de proclamar la Palabra escrita de Dios con claridad y de aplicarla a una situación particular con miras a la corrección o a la edificación.”
Para quienes así piensan, profetizar significa la proclamación clara de la Palabra escrita de Dios con la sabiduría y el poder del Espíritu Santo (2 P. 1:19). El don de profecía hace que la Palabra de Dios sea aplicable a una situación particular en un contexto concreto.
Las profecías aplican la Escritura eterna a las situaciones presentes. En último análisis, según esta posición, la profecía siempre tiene que ver con Jesucristo.