Ministerio Pastoral
Universidad Cristiana Logos
Blog de Estudios
Escrito por: Rubén Posligua Morales MSc.
Parte 2
Predicarnos el evangelio a nosotros mismos es hacernos un llamado a regresar a Jesús en busca de perdón, limpieza, empoderamiento y propósito. Es responder nuestras dudas y temores con las promesas de Dios. ¿Mis pecados me condenan? Jesús los ha cubierto todos con Su sangre. ¿Mis obras se quedan cortas? La justicia de Jesús es contada como mía. ¿Están conspirando contra mí el mundo, el diablo y mi propia carne? Ni siquiera un cabello puede caerse de mi cabeza, fuera de la voluntad de mi Padre celestial, y Él ha prometido cuidarme y conservarme para siempre. ¿Realmente puedo negarme a mí mismo, llevar mi cruz y seguir a Jesús? Sí, porque Dios está trabajando en mí, dispuesto a obrar en mí para Su propio deleite. Así es como luce el predicarnos a nosotros mismos.
Esta predicación privada y personal solo puede suceder cuando la Palabra de Dios es conocida y creída; cuando la ley de Dios revela nuestro pecado e impotencia, y Su gracia cubre ese pecado y supera nuestras debilidades. Predicarnos el evangelio a nosotros mismos no es simplemente el acto de estudiar la Biblia (aunque podemos predicarnos a nosotros mismos de esa manera), sino que es el activamente hacernos un llamado a creer las promesas de Dios en Jesús, Su Hijo.
Nos predicamos a nosotros mismos a través de las disciplinas de oración y meditación en las Escrituras. Al orar, esperamos que Dios satisfaga misericordiosamente nuestras necesidades, y en el acto mismo ejercitamos la fe.
En su exposición del Padrenuestro, Thomas Manton dijo: «La oración … es una predicación a nosotros mismos ante el oído de Dios. Hablamos con Dios para exhortarnos a nosotros mismos, no para Su información, sino para nuestra edificación». Las promesas del evangelio en la Palabra de Dios nos guían en la oración, guiándonos hacia la seguridad que se encuentra en la obra y el sacrificio de Jesús. Al meditar, recordamos el evangelio; mediante la oración, reclamamos el evangelio como nuestra gran esperanza.
La mayoría de nosotros necesitamos redescubrir el evangelio. Y esta es una tarea de todos los días ya que nuestra necesidad es constante y nuestros corazones son propensos a alejarse. Pero la recuperación del evangelio solo ocurre cuando sentimos el peso de nuestros pecados, la debilidad de nuestra carne y la fragilidad de nuestra fe.
Esto significa que solo aquellos que saben que son pecadores indignos y que la Palabra de Dios es verdadera, encontrarán que el evangelio no solo es una buena noticia, sino que es una buena noticia para sus propias almas.
Gracias por tomarse el tiempo en leer este blog que nuestro Señor Jesús los Bendiga Grandemente los espero la siguiente semana para meditar juntos en la palabra de Dios, Gracias