Ministerio Pastoral
Universidad Cristiana Logos
Blog de Estudios
Escrito por: Rubén Posligua Morales MSc.
Parte 1
¿Hay pactos anteriores al noético? Los teólogos de ciertas escuelas han descrito pactos entre el Padre y el Hijo, y otro entre Dios y el hombre que creó, pero el hecho es que la palabra berith no se encuentra hasta Gén. 6:18, que hace constar las garantías de bendición que Dios dio a Noé y su familia después del anuncio del juicio del Diluvio.
Viene a ser el preanuncio del pacto noético que se establecerá después de secarse la tierra (Gén. 8:20–9:17).
Quisiéramos atenernos a lo que se ha revelado claramente en las Sagradas Escrituras, y por eso no concedemos valor a una «teología de los pactos», y pasamos a la consideración del primer pacto descrito como tal.
Las partes en el pacto noético. Ya sabemos que ha de haber dos partes en la confirmación de un pacto (berith) y en Gén. 6:18 se trata de Dios y de Noé, afirmando el Señor: «Estableceré mi pacto contigo», bien que toda la familia de Noé había de participar en la protección del arca. En el detalle del pacto, después del Diluvio, Dios dice: «Me acordaré del pacto mío, que hay entre mí y vosotros y todo ser viviente de toda carne» (Gén. 9:11, 15 y 17).
Dios otorgó su protección al hombre, a vosotros y aun a todo ser viviente. Aún hoy en día es válido este pacto, pues Dios estableció condiciones de razonable seguridad que permitieran el aumento y la extensión de la raza, pese a la terrible lección del Diluvio.
Sin el pacto quizá se habría apoderado del hombre un espíritu pesimista, creyendo que no servía «fructificar y multiplicar» si todo había de perecer de nuevo bajo las aguas de algún diluvio universal. Bajo su aspecto más amplio el pacto se extiende a los animales, bien que éstos viven bajo el control del hombre, siendo utilizados por él.
Las promesas y condiciones. El pacto noético es un buen ejemplo de un pacto monergista, ya que sólo Dios puede otorgar la promesa y velar por su cumplimiento. Con todo, hay dos condiciones que el hombre ha de observar.
La promesa fundamental se refiere a la conservación de la raza y de los animales, que no tendrán que temer un diluvio universal (9:11). Ha habido muchas inundaciones en escala reducida y las hay en nuestros días, pero ninguna que pusiera en peligro la existencia de la raza. Dios mismo se hizo responsable por la alternación de las estaciones que hace posible la siembra y siega según las condiciones normales de áreas civilizadas (8:22).
Grandes Bendiciones para cada uno de ustedes. si quieres saber más sobre este pacto te esperamos en la conclusión.