Ministerio Pastoral
Universidad Cristiana Logos
Blog de Estudios

Escrito por: Rubén Posligua Morales MSc.

Parte 1

Pactos subsidiarios. El concepto de garantías mutuas surge una y otra vez en las páginas del Antiguo Testamento, pero siendo doctrinal la finalidad de este libro, no nos es necesario hacer más que mencionar, como ejemplo de pactos humanos, el que fue concertado entre David y Jonatán (1 Sam. 18:1–5). El matrimonio también se llama «un pacto» en Mal. 2:14.

Dos pactos más se relacionan con el ministerio de Israel, dentro del plan de la redención, y los dos tienen su cumplimiento en Cristo: el levítico «mi pacto con Leví», que recuerda Jehová en Mal. 2:4, y el pacto davídico, que entraña el concepto del Reino.

Pasaremos rápidamente al pacto davídico dado su gran importancia dentro del plan general de salvación, y sólo notaremos de paso que Dios eligió la tribu de Leví a los efectos del culto simbólico del Antiguo Testamento, y entre ella la familia de Aarón para el sacerdocio.

El sacerdocio aarónico era parentético hasta que se cumpliera «la ofrenda del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre» (Heb. 10:10). Después el sacerdocio pasó a otra categoría, que incluye la realeza, «según el orden de Melquisedec» (Heb. cap. 7).

Sin embargo, el pacto con Leví nos recuerda la importancia del servicio simbólico del Tabernáculo y del Templo hasta que todo fuese cumplido en Cristo.

David y Natán. Después de verse establecido en su capital de Jerusalén, y colocada el arca del pacto «bajo cortinas», David, con buen sentido espiritual, pensaba que había llegado el momento de levantar «casa» para Jehová.

Comunicó sus pensamientos al profeta Natán (2 Sam. cap. 7, con 1 Crón. 17:1–27) con el resultado de aprender que correspondería a su hijo edificar la «casa», pero que Dios, reconociendo la fidelidad de su siervo, prometió establecer «una casa» en sentido figurado para David, o sea, una dinastía «eterna», en relación con un reino que nunca pasaría.

Hijos rebeldes serían castigados, pero el Heredero final sería establecido para siempre según la declaración de Dios en Sal. 2:6: «Pero yo he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte.» Se debe leer todo el Salmo 2, juntamente con el 89, además de las porciones señaladas en 2 Samuel y 2 Crónicas, pues de este pacto surge el aspecto real de la persona y obra del Mesías, reconocido por Bartimeo entre tantos otros como «Hijo de David».

Espero que este blog sea de Bendición para sus vidas, y los espero en la conclusión de este hermoso tema Grandes bendiciones.

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