Ministerio Pastoral
Universidad Cristiana Logos
Blog de Estudios

Escrito por: Rubén Posligua Morales MSc.

Parte 1

La iglesia de Corinto era un verdadero trofeo de la gracia de Dios. Aunque la ciudad donde estaba establecida era la más famosa de su tiempo por su inmoralidad, sus costumbres licenciosas y toda clase de vicios se dice que la diosa patrona o santa del lugar era nada menos que Venus, la famosa diosa del amor voluptuoso, sin embargo, el apóstol Pablo había predicado allí el evangelio y muchos de sus habitantes habían sido salvados, transformados, librados del poder del pecado e introducidos en el reino de Dios.

En su primera carta, al exhortarles a vivir una vida santa, Pablo les recuerda que algunos de ellos, en otro tiempo habían sido fornicarios, idólatras, adúlteros, afeminados, homosexuales, ladrones, avaros, borrachos, maldicientes y estafadores 1 Corintios 6:9–11.

Pero destaca que, por el poder del evangelio y la operación del Espíritu, habían sido lavados, justificados y santificados mediante la fe en el Señor Jesús.

Aunque en esa iglesia Dios había obrado cambios maravillosos, posteriormente el pecado había contaminado su pureza, y el fiel siervo de Dios no tuvo más remedio que poner el dedo en la llaga y señalar los graves problemas que existían.

Pecados que antes tal vez habían sido vencidos, ahora se habían enseñoreado nuevamente de la vida de algunos miembros y como un comentarista bíblico ha dicho: Pablo le sacó el techo a la iglesia de Corinto y se pudo ver lo que había en su interior.

Entre las conductas condenables que el apóstol tuvo que señalar figuran las siguientes:

. -Divisiones, con las correspondientes contiendas que ellas generan.
. – Envidias, celos y discordias.
. – Un falso sentido de superioridad desarrollado en algunos hermanos que llegaban al extremo de juzgar y condenar nada menos que al mismo apóstol Pablo.
. – Envanecimiento y jactancia que les impedía tomar conciencia y advertir los pecados que se practicaban entre ellos.
. – Abierta inmoralidad fornicación de uno de sus miembros, la cual era tolerada con indiferencia y complacencia sin apreciar la gravedad de la falta.
. – Menciona también la falta de recurrir a magistrados infieles para resolver los pleitos que tenían entre creyentes.
. – En su segunda carta les dice que teme que, al visitarles de nuevo, quizás tenga que llorar al comprobar que sigue habiendo entre ellos contiendas, envidias, iras, divisiones, maledicencia, murmuraciones… de las cuales no se habían arrepentido 2 Corintios 12:20–21.

Cómo era posible que hubiera tantas manchas en una asamblea de la cual el apóstol en la primera carta había dicho que eran santificados, llamados santos, enriquecidos por los dones de palabra y ciencia y de muchas otras gracias.

Gracias por el interés de seguir este blog, los espero en su conclusión, Bendiciones.

Síguenos en nuestras redes sociales...