Ministerio Pastoral
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Blog de Estudios

Escrito por: Rubén Posligua Morales MSc.

Parte 2

Todo el pasaje merece un estudio detallado, mostrando de manera muy notable cómo el hundimiento continuo en humildad delante de Dios es, desde el lado del hombre, la única forma de morir a uno mismo.

Un secreto de secretos: Humildad, el alma de la verdadera oración. Hasta que se renueve el espíritu del corazón, hasta que se vacíe de todos los deseos terrenales y se encuentre en un hambre y sed habitual de Dios, que es el verdadero espíritu de la oración, hasta entonces, todas nuestras oraciones serán, más o menos, pero demasiado, como oraciones dadas a los eruditos y en su mayoría las diremos solo porque no nos atrevemos a descuidarlas.

Pero no te desanimes, toma el siguiente consejo y puede que luego vayas a la iglesia sin ningún peligro de hipocresía, aunque debería haber un himno o una oración cuyo lenguaje sea más elevado que el de tu corazón.

Haz esto: ve a la iglesia como el publicano fue al templo, permanece por dentro en el espíritu de tu mente en la forma que expresó exteriormente cuando miró hacia abajo y solo pudo decir: “Dios, sé propicio a mí, pecador”.

Permanece inmutable, al menos en tu deseo, con tu corazón en este estado; esto santificará cada petición que salga de tu boca y cuando algo se lea, se cante o se ore y esté más exaltado de lo que está tu corazón, si haces de esto una ocasión para hundirte aún más en el espíritu del publicano, entonces serás ayudado y altamente bendecido por aquellas oraciones y alabanzas que parecen pertenecer únicamente a un corazón mejor que el tuyo.

Esto, amigo mío, es un secreto de secretos; te ayudará a cosechar donde no has sembrado y a que haya en tu alma una fuente continua de gracia, porque todo lo que interiormente se agita en ti, o lo que te sucede externamente, se convierte en un bien real para ti, si es que esto encuentra o provoca en ti este humilde estado de ánimo.

Nada es en vano ni sin provecho para el alma humilde. Permanece siempre en un estado de crecimiento divino; todo será entonces como un rocío del cielo.

Guarda silencio, por lo tanto, en esta forma de humildad; todo lo bueno está encerrado ahí, es agua del cielo que convierte el fuego del alma caída en la mansedumbre de la vida divina y crea ese aceite del cual el amor a Dios y a los hombres recibe su llama.

Por consiguiente, enciérrate siempre ahí; deja que sea como una prenda con la que siempre estás cubierto y una faja con la que estás ceñido. No respires nada que no sea de este espíritu, ni veas nada si no es con Sus ojos, ni escuches nada si no es con Sus oídos.

Entones, tanto si estás en la iglesia o fuera de ella, escuchando las alabanzas de Dios o recibiendo los males de los hombres y del mundo, todo te será de edificación y todo te ayudará a avanzar en tu crecimiento en la vida de Dios”

Estoy muy agradecido por su tiempo de leer este tema, Grandes Bendiciones para cada uno de ustedes y sus familias.

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