Ministerio Pastoral
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Blog de Estudios

Escrito por: Rubén Posligua Morales MSc.

Parte 1

Creo que usted puede ser un siervo. Estimo que es el tiempo de ser un nuevo ejemplo en un mundo sin principios, donde la presunción es uno de los hábitos de moda.

Cada uno de nosotros, con nuestra manera de ser, podemos ser una posibilidad para este mundo. Ser un siervo es ser una posibilidad, y el comienzo en esta aventura emocionante es aceptar el llamamiento de Dios.

Es muy difícil ser un siervo si no se vive conforme al llamamiento especial de Dios. Muchísimas personas ni siquiera saben que Dios los ha llamado.

Otros piensan que Dios los ha llamado, pero no conocen el propósito de su llamado. Y este es el gran punto en lo profundo de su corazón, que no sólo sepa que Dios lo ha llamado sino también a qué lo ha llamado.

Dios es el autor de la vida, y quién mejor que él para decirle qué hacer con su vida y qué función cumple en este mundo. Todos, absolutamente todos, hemos sido llamados con un propósito.

Si alguien le ha dicho que no es su caso o que su vida no importa, yo declaró que sí, que importa, y mucho.

La Palabra de Dios dice que cualquiera que dijera a un monte quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, lo que diga le será hecho.

Si hasta hoy ha considerado que su vida no vale nada, permítame decirle que Dios tiene planes para usted, él tiene un llamamiento para su vida.

Juan el Bautista fue un gran ejemplo para nosotros. No en vano Jesús dijo que era el más siervo entre los mortales. Él vivió su llamamiento.

En Isaías encontramos una profecía acerca de aquel que iba a venir y de una voz que prepararía el camino para el Señor. Dios le revelaba al profeta acerca de las características y llamamiento de Juan el Bautista.

Esta misma profecía se la relata el ángel Gabriel a Zacarías, el padre de Juan el Bautista, cuando ingresa en el santísimo de los santísimos.

Zacarías era un sacerdote de la orden de Abías, una de las tantas que se turnaban semana a semana para atender los asuntos del templo. Una de las cosas más maravillosas en la vida de un creyente es poder servir a Dios. Imagínense esta gran oportunidad de estar en su presencia.

En los tiempos bíblicos, el templo de Jerusalén era el lugar donde Dios habitaba, el lugar santísimo era el sitio especial de la presencia de Dios.

Hoy cada uno de nosotros, dice las Escrituras, somos templo del Dios viviente y podemos tomar como ejemplo la relación de estos hombres con el templo de Dios.

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