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La doctrina bíblica de la justificación

Escrito por: Rubén Posligua Morales MSc.

Parte 1

Significa que una persona es considerada y tratada por Dios como libre de toda maldad y poseedora de una santidad perfecta. Tal persona goza del favor y la bendición de Dios.

La justificación significa más que el puro perdón de pecados; significa que la persona justificada es considerada como si hubiese cumplido todas las leyes de Dios perfectamente.

Las leyes de Dios son las únicas reglas por las cuales podemos ser justificados o condenados.

Entonces debemos decir indubitablemente que la justificación no es posible para nosotros, pues todos nosotros hemos quebrantado esas leyes.

Entonces, ¿cómo podremos ser justificados? Ese es el tema de este blog. El evangelio de Jesucristo es capaz de resolver el problema.

La Biblia describe dos métodos de justificación:

Hubo un tiempo en que un hombre y una mujer vivieron libres de toda maldad. Me refiero a nuestros primeros padres, Adán y Eva. Ellos fueron creados santos, dichosos y libres de todo pecado.

El Todopoderoso, les reveló que, obedeciendo a sus mandatos, podían permanecer en ese estado santo y dichoso, justificados por su obediencia. La desobediencia dijo Dios resultaría en la pérdida del favor divino y su muerte.

El primer método de justificación, por tanto, era por obediencia al mandato de Dios. Pero este método fue válido solamente para aquellas personas que eran ya santas y sin pecado. Tan pronto como Adán y Eva desobedecieron a Dios, este método de justificación no pudo ayudarles en absoluto.

La ley de Dios, quebrantada por su desobediencia, les condena como transgresores; nunca les podría justificar, esto es, no les podría declarar santos y libres de maldad.

Desde que Adán y Eva cayeron en el pecado por su desobediencia, se hizo necesario que la justificación fuera posible para aquellos que ya son pecadores.

Un segundo método de justificación fue revelado por Dios cuando Adán y Eva fueron convocados a presentarse delante de él (Gn. 3:14–16).

Las palabras que Dios les habló en aquel entonces significaban que él estaba tomando la justificación de ellos en sus propias manos; que Él enviaría a la tierra un Salvador, nacido de mujer, el cual aplastaría el poder de Satanás y que rescataría a los pecadores de las artimañas de nuestro enemigo.

Este primer anuncio del propósito misericordioso de Dios se hizo en unos términos muy generales. Sin embargo, contiene las mismas verdades expresadas tan extensamente en el evangelio del Nuevo Testamento.

Este es un método de justificación por la pura gracia de Dios. Un libertador divino habría de venir: Cristo Jesús, quien sufriría por el pecado en lugar del pecador. Dios, soberanamente, se hizo cargo de la justificación de pecadores desvalidos mediante su don misericordioso de la salvación.

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