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Escrito por: Rubén Posligua Morales MSc.

Parte 2

El Padre diseñó un plan perfecto y este plan, una expresión de la gracia del Padre Todopoderoso para el Adán caído y su progenie pecadora, la raza humana, se divide en tres partes: fase uno, la salvación para el no creyente; fase dos, el creyente en el tiempo; fase tres, el creyente en la eternidad.

El papel del Todopoderoso en la primera fase de este plan comenzó en la eternidad pasada. Anticipándose al fracaso del hombre, El resolvió el problema de la barrera y sus consecuencias.

El Señor Jesús la segunda persona de la Trinidad, fue elegido para cumplir la fase de salvación del plan de Dios. La obra del Señor Jesús comenzó con su nacimiento virginal y concluyó con la cruz, la resurrección, la ascensión y la sesión al ubicar al Señor Jesús a la diestra de Dios Padre.

Tercero la muerte espiritual sustitutiva del Señor Jesús pagó el castigo por nuestros pecados y eliminó la barrera para que la salvación fuera dada libremente a cualquiera que crea en él.

El papel del hombre en la primera fase ocurre en ese instante de tiempo cuando una persona cree en el Señor Jesucristo como Salvador.

La fase dos, la manera cristiana de vivir comienza inmediatamente después de la salvación y se cumple cuando el Espíritu Santo obra en y a través del creyente.

La fase tres comienza en el momento de la muerte física del creyente o del Arrebatamiento, lo que ocurra primero (1Ts 4:13-17).4

La eliminación de la barrera es únicamente obra de Jesucristo. Fuera de esta intervención divina, la humanidad se enfrentaría a la condenación eterna y a la separación de Dios (Jn 3:18, 36). Ser condenado significa pasar la eternidad en el lago de fuego (Mt 25:41; Ap 19:20; 20:10, 14-15).

No importa qué habilidades humanas, talentos u otros bienes poseamos, somos incapaces de eliminar los componentes de la barrera que nos separa de Dios.

Para ilustrarlo, pensemos en la barrera como una realidad compuesta por los siguientes ladrillos.

El primer ladrillo es el pecado. Por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios (Ro 3:23).5

El segundo ladrillo es el castigo del pecado. Porque la paga del pecado es muerte (Ro 6: 23a).

El tercer ladrillo es el nacimiento físico. El hombre nace físicamente vivo, pero espiritualmente muerto, separado e incapaz de tener comunión con Dios. … vosotros, que estabais muertos en vuestros delitos y pecados (Ef. 2:1).

El cuarto ladrillo es la rectitud relativa del hombre. No importa cuán bueno sea el hombre, su rectitud humana es completamente inaceptable para Dios. Todos nosotros somos como el inmundo, y como trapo de inmundicia todas nuestras obras justas Is 64: 6a.—
El quinto ladrillo es el carácter de Dios, su esencia divina. El hombre nunca puede estar a la altura de los atributos divinos del Dios perfecto. Nadie es tan bueno como Dios. No hay quien haga lo bueno, No hay ni siquiera uno (Ro 3:12b).

El sexto ladrillo es la posición del hombre en Adán. Porque … en Adán todos mueren (1Co 15: 22a). La caída de Adán y la subsiguiente muerte espiritual no solo descalificó a toda la humanidad de la comunión con Dios, sino que también limitó la duración de la vida física de la raza humana.

Con estos ladrillos apilados contra nosotros, la barrera es realmente insuperable. Pero a través de la obra salvadora de Cristo, El Padre Todopoderoso retiro la pared y aplastó los ladrillos.

Gracias estimados hermanos por el tiempo que han invertido es la le lectura de este pequeño blog, espero que sea de gran bendición para cada uno de ustedes

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