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Escrito por: Rubén Posligua Morales MSc.

Parte 2

Un libertador divino habría de venir: Cristo Jesús, quien sufriría por el pecado en lugar del pecador. Dios, soberanamente, se hizo cargo de la justificación de pecadores desvalidos mediante su don misericordioso de la salvación.

Como resultado de la promesa de Dios con respecto a su Salvador, Adán y Eva, y con posterioridad los creyentes del Antiguo Testamento eran conscientes de tener sentimientos mezclados: por una parte, había en ellos miedo a Dios debido a su desobediencia; pero, por otra parte, tenían esperanza en la promesa de liberación hecha por Dios.

Estos sentimientos se expresaban por medio de los ritos en los cuales se sacrificaban animales a Dios.

Un animal era sacrificado; su vida, como su sangre, se derramaba. Esto expresaba la certidumbre de la ira de Dios en su juicio. El animal era inocente, pero, con todo, era sacrificado como un sustituto por el pecador. Era la expresión de la certeza de la provisión de un libertador divino.

Tales sacrificios en el Antiguo Testamento describían, obviamente de una manera simbólica, la labor de Jesucristo, el Cordero de Dios que quitaría el pecado (Jn 1:29).

Por ofrecer tal sacrificio y creyendo en su significado, Abel alcanzó testimonio de que era justo (He. 11:4).

Evidentemente, en aquellos tiempos como ahora, todos los creyentes en el plan de Dios para obtener la salvación por la muerte de un sustituto inocente eran y son justificados.

Los incrédulos que rechazan el plan de salvación de Dios deben permanecer bajo el juicio de Dios por su propio pecado.

En lo que respecta a la salvación eterna de los que creen, el segundo propósito de la ley era convencer de pecado y así educar a los judíos en preparación para la venida del Salvador.

El apóstol Pablo se refiere a la ley en este sentido, para probar la imposibilidad de que alguno sea justificado por guardar la ley, pues esta no puede ser cumplida perfectamente por cristianos pecadores.

El Antiguo Testamento, considerado como un documento de conocimiento de la vida espiritual, no tiene paralelo en ningún otro escrito filosófico ancestral. El Antiguo Testamento está lleno de la verdad del evangelio que enseña que Dios justifica gratuitamente a los pecadores que creen en él.

Los apóstoles pudieron basar ampliamente su enseñanza acerca de este método de justificación en las experiencias de Abraham, David y otros creyentes del Antiguo Testamento (Ro. 4; He. 11), solamente porque este evangelio era conocido y creído en los días del Antiguo Testamento.

Estoy agradecido por la continuidad que usted da ha este blog, espero que estas elecciones sean de Bendición para su vida y ministerio.

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