Ministerio Pastoral
Universidad Cristiana Logos
Blog de Estudios
Escrito por: Rubén Posligua Morales MSc.
Parte 1
El Señor Jesús reconoció la frase título y lo aceptó como algo propio, perteneciente a Su Persona.
Un ejemplo de esa aceptación se evidencia en la confesión hecha por Pedro en Cesarea de Filipo. La pregunta de Jesús a los discípulos fue: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Mt. 16:13.
Después que Pedro expresó las opiniones de los hombres, Jesús preguntó; Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo? Mt. 16:15.
Pedro respondió a Jesús: Tú eres el Cristo el Mesías, el Hijo del Dios viviente Mt. 16:16.
A raíz de esa confesión, Jesús dice a Pedro: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos Mt. 16:17.
Una lectura justa y sin prejuicios del referido pasaje no deja lugar a dudas de que el Señor Jesús sí reconoció y aceptó su posición como Hijo de Dios.
El Señor Jesús, además, expresó que el conocimiento de su relación con el Padre era algo que podía ser comprendido por los hombres únicamente por revelación divina.
El apóstol Juan expresa que su propósito en escribir el evangelio que lleva su nombre es … para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre Jn. 20:31.
Las palabras del apóstol Juan tienen un alcance teológico profundo. El Señor Jesús es el Mesías, es decir, el Ungido de Dios, pero es también el Hijo de Dios y el Salvador.
En otro pasaje del mismo evangelio, Juan se refiere al Señor Jesús como el Hijo Unigénito de Dios Jn. 3:16.
La palabra unigénito (monogene) significa, literalmente, único en su clase y diferente a toda cosa creada. El Señor Jesús es Hijo de Dios en un sentido en que ningún otro ser puede serlo.
Cristo, como Hijo de Dios, es de la misma sustancia que el Padre e igual al Padre en poder y gloria.
Si se acepta el testimonio del Nuevo Testamento como una fiel expresión de la revelación de Dios y si se acepta que los evangelistas escribieron las palabras del Señor Jesús tal como el Espíritu Santo les ayudaba a recordar Jn. 14:26; 16:12–15, no puede eludir el hecho de que el Señor Jesús es el Hijo de Dios en una forma única y como tal es uno con el Padre en esencia, en atributos y en gloria.
Gracias, queridos hermanos, por el tiempo que han dedicado en leer este blog, y que nuestro Señor Jesús, nos guarde, bendiga y supla cada necesidad.