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Nuestra esclavitud al servicio del Pecado
Escrito por: Rubén Posligua Morales MSc.
Parte 2
¿Quién es el Dios que compra nuestra libertad? Es un Dios (Dt 6:4) que existe en tres personalidades separadas y distintas: Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo.
Cada vez que la Escritura describe a Dios como uno, siempre se refiere a la misma esencia perfecta inherente a los tres miembros de la Divinidad.
Cada persona de la Divinidad ejecuta un aspecto diferente del plan divino para la liberación de la humanidad.
El Padre es el autor del plan redentor; el Hijo es el ejecutor del plan, nuestro redentor en virtud de su obra en la cruz; y el Espíritu Santo es el revelador del plan, la persona a través de la cual se transmite el poder de la redención.
Por lo tanto, Dios es uno en esencia, pero tres en personalidad. En la eternidad pasada los tres miembros de la Divinidad celebraron una conferencia para autorizar el plan de redención.
El decreto divino fue establecido (Hch 2:23; Ef. 1:4, 11; 3:11; 1Pe 1:2) por la omnisciencia de la Divinidad, que conocía simultáneamente todo lo conocido.
Nunca hubo un momento en el que Dios no lo comprendiera todo. Sabía que el primer hombre, Adán, tomaría la decisión de pecar, condenando a toda la raza humana al mercado de esclavos del pecado.
Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por un hombre Adán, y la muerte espiritual por el pecado, así también la muerte se extendió a todos los hombres pasó a la progenie de Adán, porque todos pecaron en Adán. (Ro 5:12).
Dios miró a través del tiempo y vio a cada ser humano nacido espiritualmente muerto, esclavizado a su naturaleza pecaminosa, sin esperanza, separado de Dios y destinado a la condenación eterna.
El plan de Dios ofrecería al hombre una elección: la alternativa entre la condenación y la vida eternas, entre la esclavitud y la libertad.
El plan de gracia de Dios para la libertad espiritual incluye tres fases. La primera fase, la salvación, fue dada por Dios Hijo, Jesucristo. Nacido de una virgen, él era deidad no disminuida y humanidad verdadera, unidas en una persona para siempre (Fil 2:5-11).
Llevó una vida perfecta y sin pecado que culminó con su crucifixión, resurrección y ascensión al cielo. Para aquellos que creen por la fe sola en Cristo solamente, no hay condenación eterna sino únicamente libertad espiritual (Ro 6:17-18) y vida eterna (Jn 3:36).
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito nacido de forma singular, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, más tenga vida eterna. (Jn 3:16).
Gracias por estar una vez mas terminando este blog, mi interés es que usted entienda las consecuencias de vivir en el mercado del pecado si quiere saber mas lo espero en el siguiente blog Bendiciones.