Ministerio Pastoral
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Blog de Estudios
Escrito por: Rubén Posligua Morales MSc.
Parte 1
LAS TRIBUS DE ISRAEL CLAMAN por Dios en términos de “El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”, el Dios de los Patriarcas. Gritan a Él de ese modo, porque a Abraham y a sus hijos dirigió el Señor la promesa de bendecirlos siempre.
Todo comenzó cuando Abraham, con su mentalidad de caldeo, consideraba un deber ofrecerle al Señor a su hijo en sacrificio.
Estando Abraham dispuesto a hacerlo, escuchó la voz del Señor, que le decía: “Abraham, no hagas eso, pues yo no quiero sacrificios humanos”. Ofréceme ese cordero que tienes ante tus ojos.
Así lo hizo Abraham; y Dios, que percibió en él un hombre fiel, le prometió multiplicar su descendencia y apoyarle en todas sus empresas. San Pablo dice, en su Carta a los Romanos, que Dios salvó la vida de Isaac cuando Abraham estaba dispuesto a ofrecérselo a Él en sacrificio. Por el contrario, no se ahorró la vida de su Hijo, sino que lo entregó a la muerte por nosotros.
Partiendo de ese amor de Dios, que nos dio lo más querido, manifiesta San Pablo que estamos a salvo de cualquier mal, pues si Dios está con nosotros, nadie podrá contra nosotros ¿Habrá alguien que pueda atentar contra los elegidos de Dios? No va a ser precisamente Cristo, que murió y resucitó por nosotros, y que está a la derecha de Dios para interceder por nosotros.
Cristo llevó consigo a tres discípulos y subió con ellos al monte Tabor. Allí se transfiguró, mostrando la imagen que tenía en la gloria, junto al Padre. Se aparecieron entonces Moisés y Elías, mostrando así la continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. El Dios y Padre de los hombres autentifica a su Hijo, mostrándolo como tal. Llama entonces a escucharle, tal como había anunciado Moisés un poco antes de morir. Es precisamente lo que debe hacer el cristiano: escuchar a Jesús y ser fiel a Dios.
Bendición, promesa y alianza son, probablemente, los tres conceptos teológicos más significativos en el ciclo de Abraham en el Génesis. Como Vds. saben, los 11 primeros capítulos del libro del Génesis están dedicados a la humanidad en general; a partir de los últimos versículos del capítulo 11 se inicia la concreción de la historia de la salvación al pueblo de Israel por medio de Abraham; es decir, se abandona el universalismo de toda la humanidad y se centra en una persona de la que saldrá un pueblo; y ya desde el capítulo 12 hasta el final se desarrollan los relatos en torno a las 4 figuras patriarcales: Abraham, Isaac, Jacob y José, de los cuales Isaac es el menos relevante, pues los relatos de su ciclo tienden a integrarse en los de los ciclos de Abraham y Jacob.
El conjunto de los relatos patriarcales consta de tres desarrollos narrativos y dos genealógicos: Los capítulos 12 al 25 están dedicados a Abraham. Geográficamente están relacionados con el Sur -Berseba y Judá- y teológicamente con los conceptos de alianza, bendición y promesa. En el capítulo 25,12-18 tenemos una genealogía y a continuación, del 25,19 al 35,29 encontramos el ciclo dedicado a Isaac, Jacob y sus hijos.
Estos capítulos están relacionados geográficamente con el Norte -Betel e Israel- y teológicamente centrados en las teofanías. El capítulo 36 es otra genealogía y del 37 al final del Génesis se centra en José. Está geográficamente relacionado con Egipto y teológicamente se subraya que Dios lleva las riendas de los acontecimientos.
Grandes Bendiciones para cada uno de ustedes que la Paz de nuestro Señor Jesús sea con cada uno de ustedes, espero que disfruten de esta lectura.