Ministerio Pastoral
Universidad Cristiana Logos
Blog de Estudios
Escrito por: Rubén Posligua Morales MSc.
Parte 1
Temprano en la vida uno toma consciencia de que Dios existe. Cuando te preguntas sobre la fuente, la causa, la naturaleza o el propósito de las cosas, tu curiosidad natural te señala hacia un Ser supremo. Pero imaginarte que Dios existe es mucho más fácil que comprender a Dios.
Todos alcanzan la consciencia de Dios al menos todos los que tienen una inteligencia y la edad mínimas (Ro 1:19–20). Pero la tarea es grande de comprender a Dios requiere más que una curiosidad innata; demanda una voluntad positiva un deseo activo de aprender sobre Dios, la disposición y autodisciplina de someterse para aprender la verdad.
La voluntad positiva es una cuestión de decisión individual, y la mayoría de la gente abandona mucho antes de alcanzar la meta de la comprensión.
Incluso quienes quieren conocer a Dios están atrapados en el oscuro laberinto de la ignorancia y las limitaciones humanas. Todo tipo de teorías religiosas y filosóficas prometen llevarnos a la luz solo para terminar en el callejón sin salida de la falsedad y la maldad. ¿Cómo encontramos nuestra salida de la ignorancia?
Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. Reina Valera Revisada (1960).
Somos espiritualmente ciegos. No podemos descubrir el carácter o la personalidad de Dios. Pero en nuestra oscuridad brilla la gracia de Dios; él se ha revelado a sí mismo.
Cuando respondemos positivamente a la consciencia acerca de Dios, Dios es responsable de proveer la información del Evangelio por el cual podemos creer en Cristo y así entrar en una eterna relación con Dios. Dios se ha revelado a sí mismo en la Biblia, la mente de Cristo. El Evangelio es solo una de las muchas categorías de doctrina bíblica.
Hacia nosotros, Dios ha «engrandecido su Palabra por sobre su propio nombre reputación. Las doctrinas de la Palabra de Dios, residentes en nuestra alma, son el único medio por el cual podemos conocer quién y qué es Dios y así llegar a respetar y amar a Dios. Solo a través del aprendizaje de la doctrina bíblica podemos otorgarle el reconocimiento, el honor y la gloria que él merece.
Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman.
¿Pero cómo nos capacita Dios para entender lo que normalmente está más allá de nuestra comprensión? ¿Cómo logra él la tarea aparentemente imposible de comunicar sus atributos espirituales, infinitos y perfectos a nuestras mentes temporales, finitas e imperfectas? ¿Cómo podemos llegar a entender la integridad de Dios?
Nuestra ceguera es quizá más oscura de lo que piensas. El no creyente, llamado el hombre natural carece de un espíritu humano.