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Como amar a tu esposa

Escrito por: Rubén Posligua Morales MSc.

Parte 2

El verdadero problema que enfrentamos no es que amemos demasiado a nuestras esposas; el problema real, como el hombre que describimos al principio del blog, es que no las amamos lo suficiente.

Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella. (Efesios 5:25)

¿Amas a tu esposa como Cristo amó a la iglesia?

“No estoy seguro de saber lo que es el amor. Ahora sé que es un verbo y no un sustantivo, pero ¿cómo lo defino? Quizá cuando entienda lo que es el amor verdadero pueda contestar tu pregunta.”

Con esto es suficiente. Empecemos nuestro intento por definir el amor encontrando un término equivalente preciso o un sinónimo. Aquí hay algunas referencias que arrojan luz sobre el tema:

Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella. (Efesios 5:25)

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda más tenga vida eterna. (Juan 3:16)

“Ya veo. Amar es dar y entregarse.”

Eso es un buen comienzo, pero no podemos detenernos solamente allí. El amor bíblico requiere más. Echemos otro vistazo a 1 Corintios 13.

Si yo hablara lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, he llegado a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe. Y si tuviera el don de profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento y si tuviera toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy. Y si diera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me aprovecha (1 Cor. 13:1–3 énfasis añadido).

“¡Espera un momento! ¡Ahora estoy muy confundido! Si el amor es dar, ¿Cómo puede una persona dar todas sus posesiones para alimentar al pobre y hacer el sacrificio supremo de dar incluso la vida – y aun así no tener amor?”

¡Buena pregunta! Muchas personas son generosas dando incluso los pecadores le dan a los pecadores (Mat. 5:44–47). Lo que falta en la definición de amor como “dar” es tu motivación.

Si tú das (todas tus posesiones e incluso tu vida) esperando obtener algo de regreso, realmente tu amor no llena los requisitos de genuino amor bíblico y perderás tu recompensa eterna (Hechos 8:18–20; Mat. 6:2).

El amor genuino da sin esperar algo a cambio. El amor genuino no necesita que sea correspondido para que le amen.

“De acuerdo, lo entiendo. El amor es dar sin que nuestro primer motivo sea que nos den algo a cambio.”

Bien, pero hay algo que nos falta para completar nuestra definición. ¿De qué forma lo vas a dar? Si alguien te dice, “Si me amas debes darme todo lo que te pido,” ¿lo harías?

“¡Por supuesto que no! Dependería en primer lugar de qué es lo que la persona necesita.”

Así es. No necesariamente tendrías que darle lo que la persona quiera, pero si pudieras le darías lo que necesita.

Hoy en día, la línea que separa las necesidades de los deseos es muy borrosa aun en la comunidad cristiana, que debería conocer la diferencia.

Hemos sido instruidos una y otra vez que nuestras dos necesidades básicas son seguridad y significancia, que necesitamos amor incondicional y aceptación, que necesitamos autoestima positiva y amarnos a nosotros mismos antes de poder amar a Dios y a otros.

Estas “necesidades” simplemente no son identificadas en la Biblia como tales. De hecho, si cambias la palabra necesidad por la palabra deseo cada vez que lees libros cristiana serás teológicamente más preciso.

Marta pensó que necesitaba algo ayuda en la cocina.

“Mientras iban ellos de camino, El entró en cierta aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Y ella tenía una hermana que se llamaba María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Pero Marta se preocupaba con todos los preparativos; y acercándose a Él, le dijo: Señor, ¿no te importa que me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Respondiendo el Señor, le dijo: Marta, Marta, tú estás preocupada y molesta por tantas cosas; pero una sola cosa es necesaria, y María ha escogido la parte buena, la cual no le será quitada [énfasis añadido].” (Lucas 10:38–42)

Lo que Marta quería era que su hermana le ayudara. Lo que ella necesitaba era sentarse a los pies de Cristo y escuchar Su Palabra. Creo que las dos más grandes necesidades del hombre no son la seguridad y la significancia sino

(1) amar a Dios con todo el corazón, el alma, la mente y las fuerzas, y
(2) amar al prójimo (con la misma intensidad que él ama) como a sí mismo (Mat. 22:36–40).

Mas allá de eso, el hombre tiene otras necesidades válidas como el consejo de Dios a través de Su Palabra y comida y refugio (Mat. 4:4; 1 Tim. 6:8).

Esta es entonces nuestra definición revisada del amor: Amor es dar a otros lo que necesitan sin que el motivo primario sea alguna recompensa temporal.

El amor en el contexto del matrimonio es darle a tu esposa lo que la Biblia dice que ella necesita sin que el motivo principal sea alguna recompensa temporal.

Desde luego, como veremos después, tú puedes (y en algunos casos también debes) darle lo que ella quiera cuando es bíblicamente apropiado.

¿Es posible, a la luz de esta definición amar demasiado? Es probable que no. Si estás dando por los motivos correctos para suplir las necesidades (más que los deseos) de la persona que amas, será muy difícil amar a alguien desordenadamente (a menos que estés dando a esa persona lo que verdaderamente le pertenece a alguien más).

Ahora, de acuerdo a esta definición, ¿qué es lo que dirías es la antítesis o lo opuesto al amor?

Si quieres saber mas no dejes de leer el próximo blog.

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