Ministerio Pastoral
Universidad Cristiana Logos
Blog de Estudios
Escrito por: Rubén Posligua Morales MSc.
Parte 1
El primer hombre fue la cabeza representativa de la raza humana. Como hemos visto, toda la progenie de Adán está o cae con él y en él. Por su desobediencia voluntaria, el pecado y la muerte espiritual vinieron sobre toda la raza humana; en Adán todos mueren» (1Co 15:22); como resultado estamos ajenos de la vida de Dios (Ef. 4:18).
Nacidos en Adán, las limitaciones de nuestra breve vida presentan una barrera a cualquier relación con el Dios eterno.
Nuestra posición en Adán requiere la condenación y la muerte.
Para vivir con Dios para siempre, debemos poseer su rectitud perfecta y su vida eterna.
Únicamente una nueva posición en Cristo puede garantizar la justificación y la vida eterna.
Para comprender y realizar esta posición, debemos entrar en una relación con Dios el Padre a través de Jesucristo. Esta nueva relación comienza por la fe personal en él: … en Cristo todos serán vivificados (1Co 15:22b).
Posición en Jesucristo, llamado el último Adán en 1 Corintios 15:45, es la cabeza de una nueva familia espiritual: los creyentes en unión con Cristo.
De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura, es las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas. (2Co 5:17)
Las cosas viejas no significan hábitos viejos; el nuevo creyente todavía posee la naturaleza pecaminosa y, junto con ella, sus malos hábitos.
El creyente no es una nueva criatura por lo que hace o no hace sino por lo que Dios hace por él en el momento de la salvación. Las cosas viejas pasaron son todas las deudas, pecados que nos alejaron de nuestro Señor Jesús y por nuestros pecados se ha formado esta barrera entre Él y nosotros.
Las cosas nuevas son todos las Bendiciones indescriptibles que el creyente tiene en virtud de su posición en Cristo.
En el instante en que creemos en el Señor Jesucristo, el Espíritu Santo nos pone en unión con Cristo por medio del bautismo del Espíritu (1Co 12:13).
Desde ese momento en adelante somos uno con él. Nuestro nacimiento físico, nuestra posición en Adán, deja de ser un problema.
Con la regeneración, la vida de Cristo se convierte en nuestra vida. El cristianismo es una relación con Dios, no una religión o denominación. Nuestra nueva posición nos garantiza una relación eterna con Jesucristo. Compartimos su vida eterna (1Jn 5:11-12), su rectitud (2Co 5:21), su elección (Ef. 1:3-4), su filiación (Gá 3:26), su herencia (Ro 8:16-17), su sacerdocio (He 10:10-14) y su realeza (2Ti 2:11-12).
Y el testimonio es este: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida, y el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida. (1Jn 5:11-12).
Es un privilegio poder escribir estas palabras para ustedes les invito a que no pierdan la continuación de este Blog, Bendiciones.