Ministerio Pastoral
Universidad Cristiana Logos
Blog de Estudios
Escrito por: Rubén Posligua Morales MSc.
Parte 2
Ese fue un momento especial que comenzó muy temprano, antes del amanecer. Todos los sacerdotes de la orden de Abías se habían purificado y se prestaron a ingresar al templo. La noche fría y oscura, no impedía que sus corazones ardieran de pasión por el momento que vivirían.
Las trompetas emitieron tres veces su agudo sonido, como para despertar a la ciudad, aun antes del alba. Sin embargo, en los patios del Templo había movimiento.
Los aproximadamente 50 hombres purificados se acercaban al Sanedrín a recibir sus tareas. Se echaba suertes para saber quién cumpliría con cada uno de los quehaceres en la casa de Dios.
Hay personas que conocen su llamamiento desde muy pequeños. El Señor les muestra su función en el Cuerpo de Cristo con una tarea en particular en donde han sido llamados a ser siervos. En vez de creer en el o los ministerios que Dios puso en su vida, dedican sus esfuerzos a gran cantidad de tareas, hacen de todo.
Tal vez Dios los llamó al ministerio de la enseñanza, y además son pastores de la Iglesia, evangelistas, salmistas y profetas.
Al mismo tiempo toman responsabilidades en el mundo secular administrando algún negocio o empresa, hasta que el ministerio rinda lo suficiente para poder «vivir por fe».
Si el Todopoderoso nos llamó a un ministerio específico, lo mejor que podemos hacer en nuestra vida, es eso. Porque si Dios, que es el autor de la vida, puso los dones en mí y me invita a desarrollarme en un llamamiento, disfrutaré de la vida a su máxima potencia siendo quien él me llamó a ser.
Vivimos en un tiempo donde todo nos invita a diversificarnos. El joven de hoy está acostumbrado a hacer 28 cosas al mismo tiempo, pero no puede estar atento y presente en varias cosas a la vez. Sin embargo, no superamos esa limitación e intentamos entrenarnos para hacer todo.
Este no es el ejemplo de Juan el Bautista. Él no dudó acerca de cuál era su ministerio e hizo foco en la tarea para la cual fue elegido.
Él fue llamado y se elevó al llamamiento. No se dedicó a prepararse en cien tareas diferentes por si las circunstancias cambiaban o si su llamamiento no fuera verdadero.
No buscó un trabajo hasta que Jesús llegara y pudiera trabajar para él. Cuando llegó el tiempo de comenzar su ministerio (Lucas 3:2), Juan estaba en el desierto preparándose para cumplir el propósito en su vida y para hacerlo bien.
Gracias por leer este blog espero que sea de gran bendición para sus vidas.