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Escrito por: Mario Restrepo Ordoñez

Este es un título muy apropiado para este tiempo, donde la incredulidad se levanta con preguntas como estas.

Estamos viviendo en tiempo de una de las tantas pandemias o plagas que ha sufrido la humanidad desde tiempos atrás. No es la primera o no sabría decir si la última pandemia que veremos antes de la segunda venida de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Por pandemia entendemos: Epidemia que se extiende a muchos países, atacando individuos, localidades, regiones y demás.

El libro menciona que desde antes de Cristo ya la humanidad ha sufrido diversas plagas y situaciones de desastre, y también nos recuerda de plagas como: La Plaga Bubónica (1346-1353) se manifestó reduciendo la población mundial en un 20%.

También menciona como el Sida (VIH) cobro la vida de casi 32 millones de personas entre 2005-2012.

La pregunta que formula el autor del libro es: ¿Está Dios ahí?En otras ocasiones líderes mundiales se han dado cuenta que la solución está en Dios, haciendo llamados a unirse en oración, y hoy en día líderes nacionales, así como líderes eclesiales han pedido la unión nacional e internacional al arrepentimiento y búsqueda de Dios a través de la oración.

El libro plantea dos preguntas: ¿Tenemos acceso a Dios? y ¿Está Dios en esta cuarentena?

En tiempos de crisis buscamos la esperanza, buscamos al ser todopoderoso que muchas veces hemos dejado de lado. Las grandes preguntas de la vida se van abriendo camino hacia la superficie demandando nuestra atención. El Coronavirus nos confronta a todos con el problema del dolor y sufrimiento. El problema del mal natural, como manifiesta el libro; la naturaleza fracturada por el coronavirus, enfermedades y demás desastres naturales.

Muchas personas buscan la protección y esperanza en amuletos que no son la solución, aunque psicológica y emocionalmente puedan traer algún alivio.

El autor explica que hay fuentes por las cuales llega el dolor y/o sufrimiento a nuestras vidas:

1) De los que no somos directamente responsables como: Desastres naturales y enfermedades (tsunamis, terremotos, cáncer y el coronavirus). Esto lo denomina el autor como: “Mal Natural”.

2) Hay sufrimientos donde el hombre es directamente responsable, tales como: Odio, violencia, abusos, asesinatos, los cuales nos conducen a un “Mal Moral”.

Aunque el coronavirus es un “mal natural”, involucra también el “mal moral, debido al estado de miedo, temor, pánico, ansiedad.

El libro nos muestra tres áreas fundamentales en donde el coronavirus está afectando al ser humano: Intelectual – Emocional – Espiritual, las cuales representan un gran reto para nosotros.

El análisis intelectual no va a eliminar nuestra tristeza. Interminables preguntas surgen en nuestra mente, y todas sin una respuesta que cambie la situación.

El dolor convive con nosotros permanentemente, obrando como un termómetro del peligro. Hay dolor por desarrollo físico y hay un dolor que contribuye a la formación del carácter. El dolor nos recuerda que somos mortales, vulnerables, y tener vida, salud, bienestar físico, moral-espiritual e intelectual es un regalo muy grande..

Las tres Cosmovisiones: Teísta-Atea y Panteísta asumen desde su propia visión las diferentes situaciones, incluyendo a los escépticos.

Nosotros como cristianos tenemos una cosmovisión clara de que existe un Creador – Sustentador del mundo y nosotros hechos a Su imagen; como tal tenemos paz en medio de un mundo caótico no solo por el coronavirus.

Hay posiciones que culpan a Dios por estas situaciones, trayendo aún más dolor, porque se piensa que es un castigo de Dios. El autor cita a Job para mostrar que lo que le estaba sucediendo no era culpa de Job, que él no era el responsable. El sufrimiento como lo afirma Jesús no es necesariamente por pecado cometido, como a veces se cree.

Hay posiciones ateístas como: “Se lo merecían”, y dejar claridad de la no existencia de Dios en medio del dolor, terremotos, enfermedades, cáncer, pandemias.

El autor cita a Fiodor Dostoievski cuando dice.” Si dios no existe, todo está permitido, sin querer decir que los ateos tenían o tienen toda libertad en su comportamiento moral.

Nietzsche veía la moralidad cristiana como una mentalidad esclavista, pero sacar a Dios no elimina el dolor, sufrimiento ni el problema.

Tanto este libro como el libro “Coronavirus y Cristo” citan a Lc.13.1-5, mostrando la necesidad del arrepentimiento. Dios está hablando a través de la pandemia del coronavirus. Tenemos un Dios amoroso.

¿Por qué surge el Coronavirus?

De los 100 millones de tipos de virus, solo 21 causan daño al ser humano.

¿Podría Dios haber creado un mundo libre de virus, dolor, donde el fuego no quemara?

Cuando Dios nos creó nos dio la capacidad de tomar decisiones. Creo seres morales que no hicieran daño, y cuando termino miro Su creación y vio que era buena, muy buena.

Ya aquí el autor nos muestra la realidad en base a la verdad bíblica, mencionando como en el libro del Génesis, capitulo 3 narra la desobediencia del ser humano (Adán y Eva) y sus causas hasta el día de hoy. El mal está en el mundo que El creó, sin que fuese el plan original de Dios. La rebeldía deja al Creador a un lado y pone a la criatura como el centro, buscando sus propios intereses egoístas; la rebeldía es en principio una definición de “Pecado”. Esta naturaleza pecaminosa ha impedido y perjudicando el progreso del ser humano, trayendo virus, sequias, terremotos y demás desastres naturales y morales. La línea entre el bien y el mal divide nuestros corazones, como bien lo anota el autor.

La mayor evidencia de que Dios no ha estado alejado del dolor de la humanidad es la cruz del calvario, donde Dios mismo en Jesús sufrió el dolor, y la resurrección tiene una importancia inimaginable. A Jesús, Dios encarnado le fue dada toda potestad, sobre todo, convirtiéndose en Juez Supremo. El cristiano no es que haya resuelto el problema del dolor o del coronavirus, sino que toma la decisión de confiar en él que también ha sufrido.

Según el ateísmo la muerte es el fin de todos, y si no hay otra vida, tampoco hay justicia final. Sin embargo, la resurrección declara que la justicia no es una ilusión, sino una realidad. Un día los asesinos, terroristas, abusadores y demás comparecerán ante el tribunal divino.

Los seres humanos anhelamos que se haga justicia. De esta manera el cristiano no es que haya encontrado la solución, sino que ha resuelto a amar y confiar en un Dios que ha sufrido por él. Dios lo cambia todo.

Debemos escuchar a los médicos, manteniendo una perspectiva bíblica, creyendo que Dios permitió, pero también está en control y terminará la pandemia cuando Él cómo soberano lo diga.

Es tiempo de amar a nuestro prójimo, ayudar a nuestro prójimo, mostrar con hechos lo que predicamos, y nosotros predicamos a Cristo.

Me pareció un libro denso, difícil de leer, con mucho concepto acerca de las diferentes posiciones no cristianas, las cuales afirman nuestra posición con mayor claridad como cristianos. Es claro en mostrar que como cristianos no somos la solución a los dolores, problemas, coronavirus y demás desastres, pero descansamos en las promesas de un Dios amoroso, que no escatimó el dolor en su Hijo Jesucristo, sino que se hizo participe del dolor de la humanidad. Interesante; Actual, escrito para cristianos y no cristianos.

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