Ministerio Pastoral
Universidad Cristiana Logos
Blog de Estudios
Escrito por: Rubén Posligua Morales MSc.
Parte 1
En primer lugar, deberíamos avivar nuestros dones examinando qué dones tenemos realmente. Toma un minuto, siéntate en silencio y evalúa todo lo que Dios te ha dado. Ahora piensa en todas las capacidades que tienes. ¿Qué te ha confiado Dios? Suma cada elemento y calcula la suma total. “porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará” (Lucas 12:48).
¿Qué se te ha dado? Pregúntate qué puedes hacer, qué más podrías hacer, qué más podrías aprender a hacer, qué más deberías al menos intentar hacer. No es un deber agradable. Sería mucho más gratificante si te pidiera que consideraras alguna promesa preciosa del pacto.
Sin duda para mí sería más consolador, pero esto es necesario. Tendremos que rendir cuentas delante de Dios, así que rindámonos cuentas a nosotros mismos ahora, en el blog de nuestra propia conciencia, y avivemos así el don que está en nosotros.
La siguiente forma de avivar nuestro don es considerando qué uso podríamos darles a los talentos que tenemos. ¿Qué uso le doy a mis talentos en mi familia? ¿Estoy haciendo todo lo que podría hacer por mis hijos? ¿He trabajado todo lo que debería por la conversión de mi esposa o esposo? Y en cuanto al vecindario, ¿no hay nada más que pudiera hacer en favor de la salvación de mis pobres vecinos incrédulos?
Tal vez los vea borrachos, siendo soeces, no castos, irreligiosos, llenos de toda forma de desobediencia a Dios. ¿Hay alguna manera en que pueda levantarlos por la gracia de Dios? Nunca asisten a un lugar de culto; ¿he hecho todo lo que podía para que asistieran? No he sido colocado en ese vecindario sin un propósito. Algunas personas prefieren vivir allí donde hay luz, y para ellas mismas es una sabia decisión.
Pero creo que, pensando en la utilidad, los corazones amantes preferirían vivir en zonas malas para así poder hacer el bien. ¿Estás haciendo todo lo que puedes por Jesús? Después, ¿te examinarás a ti mismo en cada una de las relaciones que tienes? Como bienhechor, aviva tu don en relación con aquellos que son tus empleados. Como comerciante, aviva tu don en relación con aquellos con los que entras en contacto.
¿Eres un viajero comerciante? Sin duda podrías viajar para nuestro Señor con material evangelísteco y distribuirlo sin dinero y sin precio, y aun así atender a tus propias obligaciones. Cada uno de vosotros debería preguntarse: “¿Qué puedo hacer para el Señor en mi situación actual? ¿Qué servicio peculiar entraña mi puesto?” De este modo, aviva el don que está en ti.